15.7.08

Arias, villano a medias

Recién inaugurada la segunda presidencia de Oscar Arias, este anunció su necesidad de disponer de un lugar más digno para ubicar su espacio laboral. Fue así como señaló el CENAC (el cual alberga el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo) como el lugar idóneo para instalar su oficina y la de sus colaboradores.

Cuando la noticia se divulgó, las reacciones adversas no se hicieron esperar y hubo protestas, marchas, peticiones firmadas, gente amarrada en portones y una variopinta cantidad de actos que se movían entre la seriedad y el ridículo.

Al parecer, el clamor del pueblo surtió efecto y Arias relegó sus intenciones a un segundo plano, al menos en apariencia.

Hoy, los periódicos escriben sobre los graves problemas presupuestarios que sufre el MADC y cómo a causa de ellos, su director Ernesto Calvo decidió presentar su renuncia. Tal vez el museo no fue clausurado tajantemente para convertirse en casa presidencial, pero como velada represalia se convirtió en sujeto del olvido estatal. El único espacio público para la difusión del arte de tendencia conceptual sufre una penosa y delicada situación, pero ya no parece haber ímpetus y almas agitadas que lo defiendan. Al mejor estilo de las canciones populares de amores frustrados, por el museo ya no hay odio y tampoco hay amor. Contra él existe algo peor: indiferencia.

Desgraciadamente esta indiferencia no proviene únicamente de los altos jerarcas y del gobierno, figuras que comúnmente se señalan como el despreciable enemigo. El mal desde siempre ha estado presente en el público que se resiste a visitar sus exposiciones. Esa cadena de personas tomadas de la mano alrededor de sus muros que con gran dramatismo demandaba la protección del edificio como sede artística, no parece estar anuente a visitarlo con la frecuencia necesaria. Desgraciadamente el arte , como cualquier otro espectáculo no puede subsistir del apoyo moral y se hace inminente colaborar de forma financiera.

Se debe acudir al museo y ojalá hacerlo en los días que no son gratis. La entrada es una suma módica y tal vez no sea suficiente para solventar inmediatamente la falta de recursos. Sin embargo, llenar sus pasillos sí puede demostrar que lo que ahí se presenta es altamente consumido y consecuentemente, adquirir el estatus de necesidad. El arte no solamente es responsabilidad de la empresa privada y su caridad.