
El pasado 4 de diciembre se inauguró en el Instituo México, la exposición de grabados "Autorretratos, una multitud" curada por Alberto Murillo.
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P/A "Bitácora" NMLA
Recién inaugurada la segunda presidencia de Oscar Arias, este anunció su necesidad de disponer de un lugar más digno para ubicar su espacio laboral. Fue así como señaló el CENAC (el cual alberga el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo) como el lugar idóneo para instalar su oficina y la de sus colaboradores.
Cuando la noticia se divulgó, las reacciones adversas no se hicieron esperar y hubo protestas, marchas, peticiones firmadas, gente amarrada en portones y una variopinta cantidad de actos que se movían entre la seriedad y el ridículo.
Al parecer, el clamor del pueblo surtió efecto y Arias relegó sus intenciones a un segundo plano, al menos en apariencia.
Hoy, los periódicos escriben sobre los graves problemas presupuestarios que sufre el MADC y cómo a causa de ellos, su director Ernesto Calvo decidió presentar su renuncia. Tal vez el museo no fue clausurado tajantemente para convertirse en casa presidencial, pero como velada represalia se convirtió en sujeto del olvido estatal. El único espacio público para la difusión del arte de tendencia conceptual sufre una penosa y delicada situación, pero ya no parece haber ímpetus y almas agitadas que lo defiendan. Al mejor estilo de las canciones populares de amores frustrados, por el museo ya no hay odio y tampoco hay amor. Contra él existe algo peor: indiferencia.
Se debe acudir al museo y ojalá hacerlo en los días que no son gratis. La entrada es una suma módica y tal vez no sea suficiente para solventar inmediatamente la falta de recursos. Sin embargo, llenar sus pasillos sí puede demostrar que lo que ahí se presenta es altamente consumido y consecuentemente, adquirir el estatus de necesidad. El arte no solamente es responsabilidad de la empresa privada y su caridad.
Un nuevo éxito se suma a los muchos que han tenido los Museos del Banco Central de Costa Rica. La exposición itinerante de grabados de Rembrandt tuvo una afluencia masiva, siendo una oportunidad única para admirar obras a veces solamente conseguibles en el extranjero. En general, es reconfortante tener al alcance muestras excelentemente bien curadas y montadas, además de asequibles y educativas para todo el público. Es de destacar la preocupación de los organizadores por acentuar el didactismo y la contextualización de las obras en virtud de hacer los recorridos más amenos e interesantes. Videos, libros de referencia, explicaciones técnicas son apoyo para que el visitante se eduque y tenga la mayor cantidad de información disponible sobre el tema.
Fue un gusto admirar de forma tan cercana semejante dominio técnico del grabado en metal, del dibujo y la composición. También fue una grata sorpresa que se incluyeran algunas de las planchas y así poder compararlas con la impresión. No todos los días hay una fila de semejantes dimensiones para ingresar a un museo, no todos los días hay un Rembrandt a la vuelta de la esquina. Sin embargo, vale la pena visitar todas y cada una de las exposiciones que organiza el Museo del Banco Central, aunque el artista de turno no sea tan “famoso entre los famosos”.