"El juego de los milagros", futbolín católico con Jesús de portero, ilustra la portada.
En el apartado de religión, Elke Dauk, escribe "La venganza de los dioses"
La moda es ser ateo, o algo parecido. La religión ha proveído explicaciones sobre el origen de la vida y los "misterios" de la existencia, pero la ciencia, aguafiestas del universo, se ha encargado de darle explicaciones racionales y comprobables a la mayoría de los fenómenos mágicos.
La "irreligiosidad" surge del desdén hacia lo sobrenatural y divino, ya que es considerado por algunos intelectos como algo demasiado ingenuo. Sin embargo, parece ser que los individuos necesitan creer y adorar algo e importa poco en qué volquemos esta capacidad, digamos, instintiva. Según Dauk, dicha necesidad sesgada por el rechazo hacia la intangibilidad de una deidad o la veracidad de su existencia, se canaliza hacia lo inmediato, lo concreto y terrenal.
La cultura pop tiene lo suficientes elementos para crear un conjunto mitológico de fácil aceptación. "Los famosos son como los santos: figuras que en cierta medida nos dispensan ayuda para afrontar los pesares y las miserias cotidianas". Asimismo, los aspectos de la modernidad son temas comunes de la fantasía posmoderna y todo lo relacionado a ellos nos proporciona una vivencia y un espacio común. Su admiración los convierte en ideales, como en la religión católica emular la vida de los santos y la Virgen es lo deseable. Un caso agudo de magia homeopática, donde la imitación estrecha la cercanía con un modelo y hasta cree aprehenderlo.
Lo anterior no constituye ninguna novedad, ni tampoco es el signo inequívoco del fin de los tiempos. A mediados del siglo pasado, el arte pop se cuestionaba las mismas cosas, sólo que ellos principalmente se enfocaron hacia lo que muchos consideraban "el vulgo".
Pero Dauk se regodea describiendo los ídolos de aquellos que se creen inmunes a truculentas trampas religioso-sensibleras, y vuelcan su euforia y esfuerzos con la misma y ciega convicción hacia otras verdades igual de alienantes. La cultura de los yuppies y su veneración a Starbucks y el arte como éxtasis de unos cuantos elegidos, se equipara a la búsqueda de ovnis en el cielo y Vírgenes milagrosas en el templo. Se erige un tótem con todo aquello que sentimos nos convierte en privilegiados e iluminados y nos diferencia de esos confesos devotos religiosos, cuando no hacemos más que regirnos por una misma estructura de pensamiento, cuya única novedad es tratar de encontrar la pertenencia en algún espacio aparentemente más original y con mayor estatus.
La conclusión, nuevamente se ilustra con el famoso dicho gestado en la sabiduría popular y enuncia que todos somos igualiticos: la calavera es ñata.
4 comentarios:
Le apuesto que a Jesús nadie le mete un gol. En cambio a Porras...
Sí, pero a Jesús nadie lo pone de portero titular porque desinfla las bolas con la corona de espinas :p
Jajaja me gusto lo de Porras y la corona.
Bueno...sería un portero bien conocido, a cualquier equipo le serviría pa taquilla.
No, Jesús no sería un buen jugador, regañaría a todo el mundo por las faltas, se enredaría con la túnica y le curaria la ceguera al quinteto arbitral. Me opongo!
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